9.
¿Por dónde se nos mete el alma? ¿Es que el alma es un agüita que impregna a la esponja del cuerpo? ¿O es el cuerpo el que sueña que un alma lo tiene? Si la esponja, ¿de dónde viene el agua? ¿De dónde podría venir? Si el sueño, ¿cómo es que el sueño nos sueña? El agua es el sudor de Dios, dicen los más grandes optimistas que hemos tenido. ¿Y por qué no el rocío en el jardincito de los días? Nos duele como más nada, ¿verdad? no ser los protagonistas de la película. ¿Cuál película? ¿Con qué guion, sobre cuál escenario? Y sobre todo, ¿quién puede dejar de Ser para actuar? ¡El mito! La primera forma de Hollywood. ¡Gilgamesh, Ulises, Moisés! ¡Tom Cruise, Jennifer Lawrence, el olimpo entero de las Kardashian! ¡El sudor de Kylie Jenner, de Bella Hadid, de Drake! La verdadera trickle-down economics. Trickle-down ontology. ¿Y ellos de dónde sacan el rocío sobre sus poros? ¿Como el poeta, que tiene oído para las sirenas y estómago para el vacío? Tenemos que decir que, por lo menos, es algo similar. Algo escuchan y algo saben que los vuelve opacos para los que no escuchan y no saben. Y viendo sus fotos, escuchando sus voces y comprando sus productos alcanzan, no a escuchar, pero sí a participar en la recepción del canto. Como las miles de personas que entran al Louvre cada día que, sin entender mucho de esas artes, aprecian su importancia.
Pero incluso si el alma se derrama fractalmente desde unos núcleos comunes, podemos decir que el cuerpo la sueña. Y al soñarla ese sueño de alma sueña, desde el sueño, al cuerpo. ¿Qué es primero, el sueño o el cuerpo? ¿Qué es un sueño sin cuerpo que lo soporte? ¿Qué es un cuerpo sin actividad espiritual? Ambos casos son estrictamente inconcebibles para incluso el más enfermo entre nosotros. Generalmente, incluso, la enfermedad produce mayor certidumbre de que el alma nos sueña, y que nosotros somos esponjas infladas por el agüita mercurial sudada por lo más grande que cada uno sea capaz de imaginar.
¿De qué sirve tener alma? El alma nos permite saber que el dolor que aparece en nuestra realidad inmediata es nuestro. Y que el amor va dirigido desde otra alma a la nuestra. Así la fractalidad incomprensible nos convence de que estamos en el mundo. Pero no nos convence guiada por una voluntad ni por un fin al que quiere llegar, ni por malicia y mucho menos por amor. Es un convencer espóntaneo, sin primero tener alguien convenciendo o alguien dispuesto a ser convencido. El convencimiento crece solo, por efecto de feedback. Lo mismo que todo. Comportamiento repetido. Que al repetirse crece en amplitud espiritual e incorpora más y más a sus propias partes, hasta que, por ímpetu, siempre hubo un sueño produciendo el proceso que se convence tanto de estar en el mundo, que cualquier otra cosa es inexperimentable, incluso en el REM o en la psicosis.
¡Lamemos ese sudor! Que nos cae del pastor o del presidente o de mamá y papá. ¡La larga tradición de convencernos y de convencer a otros de que estamos aquí y vivimos con reglas y con palabras tan saladas como el sobaco de Dios! Todo nos lo inventamos para que nos hubiera ya inventado desde siempre. Estamos tan contentos que primero hacemos guerras y genocidios que caer en la cuenta de que en verdad somos nosotros los dueños del espíritu, aunque nadie haya tan espiritual ni tan violento como para decir eso y creerlo.
Y ¡Lutero! Sola fide. No hace falta ir donde reparten el agüita, con creer basta. Cada uno tiene su pitillito que sorbe individualmente del sueño absoluto. Algunos sorben para escupirle en la cara al que reparte. De ese escupitajo viene mucho bien y mucho mal, todo revuelto. Otros creen que si sorben más duro le quitan su porción al vecino. ¡Y se la quitan! No en la realidad, pero es lo mismo, porque el sueño, donde sí se la quita, es, para algunas cosas, más real de lo que conviene. Otros se toman con literalidad exacta que solo hay que usar el propio pitillo, y no buscan más a los que reparten. Esto casi nunca es bueno para el que lo hace, porque así se accede a varios tipos de universalidades privadas e incomunicables, es decir, varios tipos de locura, pero también, si tiene buen oído y estómago resistente, puede surgir una nueva época.
Comentarios
Publicar un comentario