28.

 La vida es una actividad imposible. Todo lo posible tiene origen, aunque ese origen sea solo una posibilidad de origen. Porque el origen es la pregunta que la existencia de la cosa satisface. Si no hay origen, no hay pregunta que satisfacer, entonces todas las respuestas son igualmente preguntas que preguntan a lo que funge como origen. Pero, de nuevo, ¿por qué pensamos que se nos debe una respuesta? Es la ontología del origen la que pide un origen a su ontologización. Tal vez sea la única avenida disponible a la biología para solventar la logística de la existencia. Pero eso no significa que es la verdad de la existencia. La verdad del origen es el sentido infinito. La verdad del sentido infinito es la nada. Un estrato subyace al otro. La verdad de la nada no se puede pedir. ¿A quién?

 

            Vivir es imposible. Sin embargo vivimos. ¿Es que no sabemos que nuestras vidas son imposibles, o lo sabemos pero no nos importa? Casi nadie sabe. No ven la imposibilidad. Y cuando se les aparece en la forma de un accidente radicalmente desprovisto de universalidad, o el fin de algo que no tenía fin concebible, un matrimonio, un estado, se ven, nos vemos, obligados a inventar nuevos universales. Nuevas interfaces de origen para la infinitud incomprensible. También sabemos, por lo menos algunos. Pero ¿cómo se puede saber algo imposible? ¿Cómo puede el pensamiento representar algo que es imposible para el pensamiento? Pero no es la comprensión lo que comprende. Nosotros también somos interiormente incomprensibles. Somos, cada uno, esfinge-para-mí-mismo. Y los aspectos de la fractalidad funcionan fractalmente, por medio de su contigüidad desprovista de comprensión. La causa latente es cuestión de contigüidad y de contigüidades contiguas con contigüidades. Así se reproducen los comportamientos de la materia sin origen. Tendríamos que decir que el universo entero es el origen de sí mismo. Las causas no están aisladas lógicamente, sino que es todo una gran causalidad, aunque algunas instancias causales ocurran una vez en miles de millones de años, como un asteroide. 

 

            La imposibilidad es contigua consigo misma. La imposibilidad del sentido infinito causa más imposibilidad. Y la imposibilidad es contigua con la posibilidad del origen. ¿Cómo podría ser de otra manera? La comprensión es lo incomprensible visto desde un ángulo particular, un lugar donde la luz rebota sobre los ojos de la esfinge y produce un holograma de profundidad infinita. El holograma es el sentido y los ojos somos nosotros. Entre uno y otro humano imposible surge el vislumbre de la posibilidad. ¿Es más verdadero lo posible o lo imposible? Eso ya es un origen y su respuesta será posible. La posibilidad es posible-para-nosotros, y posible-para-lo-posible. Pero también es posible-para-lo-imposible. Porque el software del alma y de la comprensión está instalado sobre el hardware de la esfinge. 

 

            Sí. La vida no tiene sentido. Llevamos una existencia imposible. Comprensible solo dentro del circuito local de la comprensión. Sin embargo vivimos. ¿Qué significa que vivamos, aún viendo la imposibilidad, de esa manera comprensible como logramos indexar su inindexabilidad? ¿Qué significa la falta de sentido? ¿Qué puede significar?

            

 

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