27.
¿Quién, en buena fe, quiere saber lo que queda de él después de su muerte? Esta es la pregunta antrópica. El origen de la ausencia de todo origen. ¿Queda la materia inorgánica del cuerpo? ¿Los átomos y las moléculas? ¿El recuerdo de quién fuimos? ¿Nuestro legado intelectual o biológico? Nada de esto es nuestro una vez hemos desaparecido. La materia es materia-para-la-materia, o alimento-para-organismos, o polvo-para-los-parientes, polvo-soporte-de-la-fantasía-de-la-identidad-desaparecida, etc. El recuerdo es recuerdo-para-los-que-tienen-memoria. El legado legado-para-los-herederos, o legado-para-la-humanidad, etc. ¿Qué queda para-nosotros-que-ya-no-estamos? ¿Nada? ¿Qué puede ser-para-la-nada? ¿O para qué es la nada? ¿Nada-para-el-alma? ¿Nada-para-todo? ¿Nada-para-la-nada?
La nada-para-el-alma no es nada, porque el alma la evalúa, así que es siempre algo. El alma indexa a la nada con algún afecto y con algunas ideas. La angustia. El duelo. Algo negro muy extenso, un eco infinito. Caminos todos para lo universal, donde la nada será por fin nada-para-todo, una nada que tiene tanto sentido como cualquier otra cosa, una nada-con-sentido, una nada-verdad. La nada-para-todo es estrictamente inconcebible. La nada y el todo son sueños muy grandes que nos contienen y nos permiten indexar afectos o personas o cosas como más verdaderos o menos. Con más o con menos existencia. Es decir, que nos gustan más o nos gustan menos, nos parecen más justas o más verdaderas o no, nos muestran con su ontología el origen de la verdad y la justicia, aunque sea desde la falsedad y el crimen. La nada-para-todo pasa primero por la nada-para-el-alma. Y la nada-para-la-nada es nada-para-la-nada-para-el-alma. Un aspecto de la fractalidad indexado de manera variable. Entonces lo que queda de nosotros después de morir es inconcebible. La imposibilidad infinita que subyace a todo origen.
Si pudiéramos saber qué queda de nosotros tal vez sabríamos qué somos ahora. Si pudiéramos calcular lo imposible tal vez encontraríamos el límite del infinito. Esta es la pregunta antrópica porque es la única que podría decirnos algo no-antrópico, y descubrimos sin mucha dificultad que no sabemos y no podemos saber. No podemos saber qué somos. La pregunta ¿qué somos? eso somos. La pregunta ¿para qué? eso es lo universal.
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