30.
¿Qué significa que seamos Nadie? ¿Somos Nadie o tenemos un Nadie? Si somos, ¿qué significa ser algo inexplicable? Si lo tenemos, ¿qué somos? Ser es perdurar. Tener es una causa lógica. ¿El Nadie Es, o está en relación causal con el Yo? Si Es, si perdura antes de que haya Yo, cómo podemos sentirlo? Si está después del Yo, cómo puede ser invisible? ¿Cuál es la posición del Nadie? ¿Pero no es la posición un resultado del origen que se establezca? ¿Dónde está algo antes de establecer unas coordenadas fundamentales para localizar cualquier cosa? Y una vez localizada, ¿cómo puede perderse?
¿Dónde está el Nadie? ¿Es algo que pueda estar en algún lugar? ¿Podemos ser algo que no está? ¿Podemos tenerlo? El Nadie es el dato bruto de existir. Es hardware. Y aún el hardware del hardware. No es el procesador, sino el plástico sobre el que el procesador está montado. Es un punto de referencia que no está en ningún lugar, pero sin el cual no podríamos estar-aquí. ¿Por qué? Recordamos al mago de Königsberg. ¿Qué otra cosa puede ser un fin-en-sí-mismo-para-sí-mismo? Cualquier silogismo puede quedarse sin resolver. Cualquier causa-lógica-de-la-causa-latente es imperfecta. Podríamos quedar en fin-en-sí-mismo-dadas-las-circunstancias. O fin-en-sí-mismo-mientras-esté-aquí. Pero el alma no camina así hacia la Justica y la verdad. El alma es tan universal como el universal que intenta hacer concreto con su actividad. ¿Qué es el ser-universal del alma? Es ser un origen donde se hace concreta la causalidad. No por una Ley fundamental que vincula al alma con el átomo, sino, de nuevo, por logística evolutiva. Pero no sabemos eso, el alma solo puede ser alma-para-lo-universal. Es decir, fin-en-sí-mismo-para-sí-mismo. Sin pasar por la causalidad para responderse. O pasando pero con una especie de mala fe ontológica, pasando para cumplir con pasar, sabiendo ya la respuesta de antemano.
No pudimos hablar del fin-en-sí-mismo-para-sí-mismo del Nadie sin pasar inadvertidamente a hablar del alma. ¿Dónde en el alma está el Nadie? Hay alma-para-nadie, claro. ¿Pero hay también Nadie-para-el-alma? El Nadie es imposible-para-el-alma. Pero el alma es posible-para-el-Nadie. El alma hace del Nadie un origen, lo toma como un origen-para-sí, pero el Nadie no es origen-para-el-alma. El alma esta siempre llegando-al-Nadie. El alma es permanentemente casi-Nadie, sin ser nunca Nadie.
¿Dónde está el Nadie? ¿Dónde podemos poner la mirada que no esté ya? Pero, al mismo tiempo, ¿dónde está que no sea invisible? Ocupa una posición imposible. Al mismo tiempo origen e infinito. Es origen porque cada uno sabe que lo tiene o que lo es. Lo tenemos siéndolo y lo somos al tenerlo. Es una cinta moebius. Es infinito porque no se podría responder, si fuera pregunta, y no se puede preguntar con su dato bruto. O se puede preguntar, pero con esa mala fe ontológica que ya sabe la respuesta. La respuesta es Nadie.
¿Quién es Nadie? ¿Quién puede decirle al otro “soy Nadie”? Si podemos decirle, ¿qué le estamos diciendo? ¿Con qué lenguaje le diríamos? ¿Lenguaje-Nadie? ¿El lenguaje de ser el dato bruto de existir? Incluso ahora, no te estoy diciendo a ti que lees, nada sobre ser Nadie. No es algo que se puede decir. Lo que te estoy diciendo es una silogística que tal vez tú, individualmente, universalices-para-ti-mismo-dentro-de-ti-mismo y seas Nadie. Ambos somos Nadie, pero sin poder ser Nadie-para-el-otro, o Nadie-para-otro-Nadie. El Nadie es solo Nadie-para-sí-mismo. Así que solo el Individuo puede ser Nadie.
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