20.
¿A qué llamamos libertad? ¿Hacer lo que queremos? ¿Y cómo sabemos qué queremos? La fractalidad interna contesta desde sus regularidades o zonas de consistencia latente a las preguntas que hacemos desde la comprensión. De ese cálculo recibimos una respuesta, que a la vez volvemos pregunta y volvemos a responder. Lo que es dado en nosotros y que no proviene de la comprensión a la que entramos desde esa fractalidad-dada. Como bien dice mi amigo voluntarioso, “Un hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere”. Entonces, ¿queremos? ¿O algo en nosotros quiere en nuestro nombre?
¿A qué llamamos libertad? Siempre queremos varias cosas. ¿Cuál es mejor o cómo decidimos cuál hacer? ¿No es verdad que miramos nuestro manual de instrucciones? ¿Una ética, una Ley, un sentido común, una idea de lo bello? ¿No son todos estos caminos hacia la justicia, donde esos manuales terminan de armar su producto? Y si algo es solo algo-para-el-alma, ¿la libertad es también libertad-para-el-alma? ¿Una manera de responder una pregunta ya formulada, casi siempre por alguien diferente de nosotros que la respondemos? ¿Libertad? ¿Para hacer qué? ¿Para confirmar con lo que hacemos que somos libres? ¿Es decir, que vivimos dentro de lo libre, que es una idea que solo tiene sentido cuando se confirma en la acción, es decir, en otra idea? El alma extrae la decisión de qué hacer desde su comprensión-interior-infinita, que es al mismo tiempo una comprensión-del-qué-hacer-y-por-qué, y una comprensión-de-hacia-dónde-vamos, es decir, la justicia. Lógicamente esa comprensión álmica es infinita, pero no fractalesfíngeamente, como ya hemos establecido. Entonces la libertad no es tan libre como el alma sabe que es. Ese saber es también comprensión álmica, aunque lógicamente anteceda al alma e incluso por momentos la fundamente. Podemos decir que estamos atrapados dentro de la libertad. Libres-para-la-idea-de-la-libertad, o libres-hacia-la-justicia, o aún libres-para-el-saberse-libre-del-alma. ¿Cómo sería una libertad libremente libre? Tenemos que decir que encontramos de nuevo el milagro. Un milagro milagrosamente milagroso. Una novedad que renueva su novedad en cada instante. Tal vez el universo funcione así, no los planetas o los animales, que responden a las consistencias fractales que hemos comprendido con fórmulas, pero puede ser que al nivel subatómico ocurran milagros, acciones inexplicables desde cualquier tipo de causalidad. Y si eso es así, ¿entonces el electrón es libre? ¿Podemos soñar con ser nosotros mismos electrones? ¿Una literatura, un mito del electrón? ¿Nos dirá algo alguna vez ese cuerpo probabilístico que podamos comprender?
Comentarios
Publicar un comentario