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 ¿La belleza del arte es la misma belleza de la persona atractiva? En ambos casos hay esfinge y hay lógica. La estética es el sentido común de la obra de arte, pero también la persona atractiva produce su encanto por medios mundiales, es decir, técnicos. Maquillaje, perfume, un buen corte de pelo, cirugías, filtros de Instagram. Al mismo tiempo la esfinge se pregunta y se responde de manera que solo comprendemos oblicuamente, en el gusto por ciertos olores corporales o la satisfacción de la heurística neuronal que detecta un rostro atractivo, o la forma de un bícep o una cadera. Y la rojidad del rojo no pasa sino oblicuamente por el sentido común de la estética, que lo recaptura una vez ya enrojecido a su rojidad completa, y lo llama sangre, o sotana, o estado abstracto del alma.

 

            Pero la rojidad del rojo y la caderidad de la cadera, satisfacen heurísticas diferentes, fenomenológicamente seguro, y neurológicamente con toda probabilidad. En todo caso a la mayoría no nos excita un color o un buen dibujo de cualquier cosa. Y la cadera o el bícep no nos conmueven de la misma manera que una Pietà o una Gioconda. Sin embargo en ambos casos funciona la cinta moebius de la comprensión-hacia-lo-incomprensible y lo-incomprensible-hacia-la-comprensión.

 

            La cinta moebius es lógica pero no materialmente separable. ¿Qué quiere decir esto? Que podemos preguntar diferentes cosas a la misma fractalidad para obtener respuestas simétricas con cada pregunta, en lo que resulta una secuencia causal. Y así vemos varias dimensiones en la fractalidad, pero la dimensión no está en la fractalidad sino que es efecto de las secuencias de preguntas-respuestas que nosotros mismos categorizamos como dimensiones. Hacer la separación material sería proponer un sentido común para cada dimensión. Sentidos comunes aislados entre ellos, maneras de vivir simétricamente incomprensibles entre ellas. Separar la cinta moebius, es decir, separar entre comprensible e incomprensible, sería poder vivir en uno de los términos de esa separación.

 

            La parte que comprendemos de una y otra belleza están igualmente orientadas hacia la verdad. Y responden en gran medida la misma pregunta estética. Las partes que no responden la misma estética son las zonas donde la comprensión está fundamentada sobre esfingidades que podemos aún comprender como disímiles, la coloridad del color o la corporalidad del cuerpo. Pero son comprensiones que de inmediato producen su incomprensibilidad, de manera que la mayor parte del efecto sucede sin comprensión. Podemos pensar en el tipo de belleza que es verdadera en una época, como las actrices en cada década, o los cortes de pelo o los vestidos, todos comprensibles y todos respuestas a la estética del momento, y sin embargo producen al mismo tiempo el instinto-apenas-comprensible de la sexualidad o la aglomeración en comunidades reguladas por la trickle-down-truth que las actrices reciben de los dioses.

 

 

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