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 ¡Qué justa es cada instancia de lo bello! ¡Qué futuro tan perfecto y terminado del que viene! ¡Y cuánto nos convence de que nuestras almas son bellas también! Aquí nos encontramos con tres términos otra vez. Estética-belleza-verdad. La estética es cercana a la lógica latente y se aproxima al mundo solo por medio de la abstracción. Le pide al mundo que se acomode como pueda a su lógica infinita. El mundo, por supuesto, hace lo que quiere, y eso es incomprensible para la estética. Entonces la estética negocia con la esfinge y cae en la belleza. La belleza necesita a la estética para formular sus preguntas que luego responde de manera solo adecuada en su enredarse con el mundo. Pero el mundo pregunta también, pregunta la pregunta de la estética, ambos términos se responden en las preguntas de su contrario. 

            

            La belleza está en la historia y al mismo tiempo viene del futuro. La parte que está en la historia es la belleza-hacia-la-estética, o la estética-hacia-la-belleza. La parte que viene del futuro es la belleza-hacia-la-verdad, o la verdad-hacia-la-belleza. La verdad es la justicia de lo bello. Viene del futuro para revolucionar a la estética-belleza. Y al mismo tiempo cada instancia de lo bello tiene un núcleo de verdad. Las grandes revoluciones artísticas son una sobresaturación de lo verdadero sobre la belleza. El arte que es solo bello, o casi solo bello, uno que en todo caso no inaugura una nueva estética, es decir, una nueva época, funciona con el núcleo de verdad descubierto anteriormente y convertido en estética-belleza. 

 

            La verdad de lo bello es siempre verdad-para-una-estética, porque su trabajo es sedimentar un nuevo piso sobre el cual parar una práctica artística, una época entera, hasta que la esfinge nos responda con una nueva verdad. El alma es alma-para-la-verdad, la verdad universal al final de todas las verdades, que es al mismo tiempo una justicia. Y aquí vemos cómo el futuro absoluto que el alma sueña, y que desde el sueño sueña al alma, es, al mismo tiempo, infinitamente bello e infinitamente justo. La belleza, la verdad, la Ley y la justicia todas respondidas con la misma respuesta, respondidas-de-una-vez-por-todas. Entonces habremos ganado la vida, habremos practicado el vivir con la máquina del universo, que se volverá nuestro sentido común. Una belleza-del-átomo, una gravedad-justa, un electrón-ético-estético, y un alma que es tan comprensible como incomprensible, el alma-final para la que esa división es irrelevante, porque conoce tan bien uno como el otro campo, la latencia tanto como la lógica, el ruido tanto como el concepto. Todo esto lo vemos en una buena pintura o un automóvil nuevo. En una idea bien expresada o en un candidato a la alcaldía bien presentado.

 

 

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