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 El nadie es lo más lejos que podemos ir en el camino de la comprensión y al mismo tiempo es lo más íntimo y lo más inmediato. Cualquier otra lejanía está llena de sentido, las estrellas, el futuro, los proyectos políticos. Al Nadie lo comprendemos y es al mismo tiempo radicalmente incomprensible. Es una incomprensibilidad que comprendemos como incomprensible, porque nuestra inmediatez está radicalmente implicada en ella. 

 

            Es así que es posible vivir una vida imposible. Somos nosotros mismos imposibles. Tenemos que reconocer que la vida y el vivir son radicalmente incomprensibles, pero no podemos comprender que no comprendemos. Estamos encerrados dentro del sentido. Tan limitados como estamos en nuestra libertad práctica por el número de extremidades que tenemos, nos encontramos limitados en nuestra capacidad de vivir por la combinación de hardware y software que vienen en contigüidad desde el inicio de todo y que está en contigüidad con todo lo que existe. 

 

No hay nada que hacer, pero tampoco podemos no hacer nada. Tal vez llegue a ser importante reunir la valentía en el alma y establecer lo incomprensible como universal. Practicar la aceptación radical de que la realidad es de una naturaleza distinta e irreconciliable con respecto a nuestra consciencia, a nuestra historia y a nuestra idea de justicia. 

 

¿Cómo sería un universal-incomprensible? ¿Una justicia-sin-juicio? ¿Lo verdadero-sin-verdad? ¿La belleza-sin-lo-bello? ¿Un alma-para-lo-universal-incomprensible? ¿Un Nadie recapturado por esa alma y por ese universal?

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