18.

 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos.[1] Un alma es una libertad. Dos o tres son dos o tres libertades que no se suman simplemente para multiplicar el ámbito de una sola gran libertad, sino que interfieren como ondas que se propagan, cancelándose mutuamente las ondas contrarias y reforzando tanto las negativas como las positivas. Varias libertades juntas producen un problema logístico. ¿Qué hacer y por qué? El otro lado de la libertad, estar forzado a ser libre y tener que hacer algo, e incluso cuando seguimos escogemos seguir, y cuando somos esclavizados nos enfrentamos a la opción múltiple de trabajar, revelarnos o suicidarnos. Y mientras trabajamos podemos cantar o callar, o pensar una infinidad de cosas, o contar los golpes que le damos a la piedra esfíngea. 

 

            La historia es una gran trampa multipolar. Yo actúo porque si no actúo alguien más lo hará y habré perdido la oportunidad. Si pudiéramos compartir nuestras libertades en una gran libertad que las contuviera a todas armónicamente, podríamos ponernos de acuerdo en cómo solucionar la multipolaridad en beneficio óptimo del grupo. Pero ni existe esa gran libertad ni en la mayoría de los casos de problemas logísticos existe esa solución que beneficia a todos sin herir a ninguno. ¡Qué bonito sería, que la lógica, tan limpia como es, se tradujera con esa misma limpieza a la causalidad material! Sin embargo, ese es el único ejercicio que se nos presenta como posibilidad. 

 

            ¿Qué hacer y por qué? Al descubrir la libertad el alma también descubre acciones que aumentan la libertad y otras que la disminuyen. Y acciones que generan placer o bienestar y otras que generan dolor o incomodidad. Y aún otras que agradan al alma o a los dioses, mientras que algunas desagradan a uno o a los otros. Estas distinciones fractalizan al mundo y lo ordenan según la consistencia lógica latente en el alma y en el mundo, es decir, en la esfingidad. Entonces el alma se da cuenta de que lo bien hecho y lo mal hecho son anteriores a la libertad, y esto lo sabe porque sus figuras de autoridad están de acuerdo en qué cosas son bien hechas y qué cosas mal hechas, mientras que no todos tienen derecho al mismo grado de libertad, y que algunas libertades pueden hacer cosas buenas que para otras serían malas. Así que la libertad se enmarca dentro de lo bueno y lo malo, y si una libertad escoge hacer lo malo, hay otra con más libertad que puede hacer el bien castigando a la primera. Y así se mantiene lo bueno y lo malo como anterior a la decisión de hacer algo.

 

            ¿Qué hacer y por qué? Hay ética, hay Ley, y hay justicia. La ética viene de preguntarle a la latencia lógica con relativa exclusión de la actividad y el vivir. Soluciona la actividad con causalidad álmica en la que las reglas llevan a las almas hasta lo universal. Ese es el proyecto antes de vivir. El decálogo mosaico, las constituciones, los acuerdos con el espectador al comienzo de las películas. Pero esta abstracción del vivir es, por supuesto, solo abstracta, una separación lógica pero no material. Materialmente la ética ya está encontrada con el vivir y la multipolaridad. Podemos decir que la ética viene del pasado y se encuentra con la esfinge fractal que viene del futuro. En ese presente donde colisionan nace la Ley. 

            

            La Ley anticipa lo incomprensible. Por eso está en constante negociación, y tenemos parlamentos y fractalidades burocráticas que ponen un balance entre una Ley demasiado negociable y una que no cambia nunca. La Ley demasiado negociable está muy cerca de lo incomprensible y convierte al vivir en una actividad que tiende-hacia-lo-incomprensible. Las revoluciones espirituales o tecnológicas producen este estado, y es el estado en el que estamos mundialmente al momento de escribir estas líneas. La Ley es el papel que se firma en el senado, pero también es el sentido común que opera al vivir. Esas ideas también se negocian, cada una es una pregunta hacia la respuesta que la reemplazaría. La Ley que no es negociable viene del deseo de vivir Lógicamente. Una Ley que no se encuentra más con lo incomprensible y alcanza la universalidad dentro de sí misma, en el presente. Esto es no comprender lo incomprensible que es la incomprensibilidad. Creer que se puede comprender que no se comprende, y hacer de esa comprensión una vida. Es al mismo tiempo ambicioso e ingenuo. Encontrar la misma moneda cada dos pasos y sacar el crédito para comprar una mansioncita. 

 

            La justicia es el alma que no podemos sino sentir detrás de la esfinge. La única manera que tenemos de comprender al Destino, como una fuerza con pensamiento, y no como lo que probablemente es, según la amplitud de la evidencia multipolar: un proceso que ocurre pero que no piensa. Al igual que la causalidad material, solo es comprensible desde la causalidad lógica del alma que pregunta y responde y recibe de esa causalidad preguntas y respuestas. La justicia es la recompensa por todas nuestras renuncias en el día a día. La satisfacción al final de la historia que es más grande que todo el dolor que encontramos en el camino. La ética se encuentra con los aspectos esfíngeos de la actividad y decide, en contra de sus más genuinos y puros deseos, negociar con lo incomprensible para producir la Ley que es una progenie desmejorada genéticamente, menos inteligente, pero hecha fuerte por el trabajo que se ve obligada a realizar y en eso supera a su madre, que solo puede vivir lógicamente. La justicia aparece en la misma región donde aparecen los sueños, el alma y los dioses, y le dice a la Ley: Tú también podrás vivir lógicamente. Por tu trabajo y sufrimiento recibirás el bien máximo: la Comprensión. Porque para vivir lógicamente tendrás que haber recorrido la fractalidad completa y establecido leyes para cada caso posible, y aún para los imposibles. Si la Ley no creyera que este es su Destino pensado, no habría ya Ley, sino una infinitud de Leyes idéntica cada una al instinto de un organismo individual. Es decir, habría humanos, pero no Humanidad. Ley pero no ética. Y actividad sin Vivir-con-sentido-común.

 

            Pero la justicia se manifiesta en cada fallo, en cada ley cumplida, en cada sentencia y ejecución. En esos casos nuestras almas ven que desde el futuro viene ella, la universalidad del vivir, que nos envía portentos tan sagrados y tan emocionantes como una lágrima de sangre en el rostro de una imagen o un nuevo récord de bateo en las grandes ligas. 

 

            ¿Qué hacer y por qué? ¡Como si pudiéramos no hacer! Todo hace, pensando o no. Nuestras almas piensan desde su infinitud interior. Pero esa infinitud es finita por ser meramente interior. ¡Hacemos, felices o angustiados, con determinación o miedo! ¿Pensamos? Pensamos que pensamos, sin duda. Pero ¿qué es lo que piensa que pensamos? ¿Qué pensamos o hacemos que no esté ya enmarcado dentro de un vivir? ¿No es el vivir el pensar y el hacer mismo? Y la libertad, ¿la tenemos nosotros o nos tiene ella? ¿Tenemos lo universal o él nos tiene? ¿Queremos llegar a la justicia o es la justicia la que nos inventó para tener con qué llegar a sí misma?

 

 



[1] Mateo 18:20

Comentarios

Entradas populares