23.

 ¿El alma es primero buena o primero bella? ¿Practicamos más la Ley o la belleza? ¿Y nos motiva más la justicia o la verdad? ¿No es verdad que hay algo de bondad en lo bello, y algo de belleza en lo bueno? ¿No vestimos a lo bueno en la belleza para que sea comprensible y practicable? ¿Y quién es el que no piensa que le gustan cosas buenas? Incluso al que le gusta ver sangre y tendón o imágenes de demonios piensa que esas cosas son el camino hacia la verdad y la justicia. ¿Quién adora a un dios que no le retribuya su adoración? 

 

            Belleza y Ley son los dos caminos reales a la Roma absoluta. La justicia nos cuenta su autobiografía y nos dice que es absolutamente verdadera. La verdad corrobora esta versión. Incluso a veces se confunden y no saben cuál es cuál, o si son ambas formas de un mismo universal, la respuesta-a-todas-las-preguntas, la pregunta-que-ya-es-en-sí-misma-respuesta. Pero si le hacemos fact-check a esas autobiografías vemos que ese colapso-al-final-de-todos-los-colapsos es el mismo colapso que el alma practica para poder tener libertad y no que la libertad la tenga a ella. Para poder evaluar las partes del mundo y no que el alma sea una parte también. 

 

            La ética son las instrucciones para qué hacer y por qué. La estética son las instrucciones para poder decir qué son las cosas. Porque no es solo cuestión de si algo es bonito o feo, sino de si ese algo es un camino para responder a la pregunta grande de lo humano. Si es esencial o insignificante. Y estas categorías se responden de manera cualitativa, porque la pregunta grande de lo humano nunca es visible más que como la pregunta de la época, o de la década, que son ya respuestas de n-generación. ¿Qué es eso? Es un instrumento quirúrgico. Es una pelota de béisbol. Es un escupitajo. Todo moviliza la heurística estética. Eso es lo más cercano que podemos llegar a decir qué es algo, sin nombrar simplemente las partes que lo componen, el nombre que le damos o para qué sirve. Y solo si sabemos qué son las cosas podemos hacer cosas con ellas. Pero solo haciendo cosas movilizamos la pregunta de qué son. Los términos se codeterminan sin que ninguno sea el origen del otro. Una cinta moebius compuesta por cintas moebius compuestas por cintas moebius. Entonces vemos que la belleza no está solamente en el arte, y lo bueno no está solamente en la Ley. Cualquier cosa que sea-para-el-alma moviliza ambas heurísticas, y solo así podemos incoporar ese algo y esa actividad al sentido común, o descartarlas. 

 

            Los gestos, las palabras, los tropezones, todo es evaluado. Todo es algo y sirve o no para algo. Y ese algo es un reflejo de lo universal que viene del futuro. Todo esto es la autobiografía del alma. Las cosas que aceptamos y son invisibles, que solo funcionan y ya, como el apretón de manos al saludar o el acento de la gente de cada uno, son las más duramente evaluadas. Su funcionamiento invisible es la demostración de la firmeza de los juicios que la sostienen. Por eso es impensable variar ese tipo de cosas, y cuando alguien lo hace es imposible ignorarlo. Escribir filosofía es eso, practicar el vivir de una manera que amenaza al vivir establecido. Porque al nombrar de nuevo las cosas, al redistribuir el campo-moebius de lo bueno y lo bello estamos proponiendo nuevas respuestas a las mismas preguntas, pero son respuestas que no responden adecuadamente esas preguntas establecidas, entonces las respuestas piden nuevas preguntas, que si son verdaderas y brillan con la luz cada vez nueva de la justicia, pueden a su vez llegar a constituir un nuevo sentido común. 

 

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