17.
¿Dónde está el campo de latencia lógica? ¿Dónde está la experiencia? ¿En el alma, en el cerebro? ¿Son el alma y el cerebro lugares? ¿O son el primer marco de referencia para poder decir que las cosas existen aquí o allá? ¿La latencia lógica está aquí o allá? ¿O es la causalidad implícita en la distinción entre aquí y allá? Si algo está aquí, no está allá. Si está allá, no está aquí. Pero con la actividad puede pasar de aquí a allá. Ya hay partes y conexiones entre las partes. Entonces la lógica se presupone a sí misma. Para que haya premisa y conclusión ya esas palabras deben funcionar según una causalidad establecida. Y la causalidad funciona anticipando partes que se causan. Pero no es una comprensión que se comprende y que comprende su comprensión en términos infinitos. La latencia lógica es una estabilidad con la que se encuentran las preguntas que le dirijimos a la fractalidad. Sabemos las respuestas y sabemos que hay una causalidad latente entre las estabilidades fractales y las respuestas-preguntas dentro de la comprensión, pero por ser latente no es posible importarla a nuestro modelo alma-conocimiento-universal, que funciona con partes y la causalidad explícita de pregunta-respuesta.
¿Dónde está el campo de latencia lógica? ¿Dónde no está? ¿Dónde podemos mirar que no esté ya ahí? Pero entonces, ¿la lógica es una parte de la realidad misma que se expresa cuando la miramos, o es nuestra misma almidad reflejada de vuelta, sin que esté en ningún lugar más que en nuestra psicología? No tenemos a quién preguntarle, claro, pero ¿qué sería diferente en uno y otro caso? Si la realidad tiene una estructura lógica con independencia de nuestra percepción, entonces con nuestra propia lógica local podríamos hablar con el universo. Pero incluso en ese caso, ¿con quién más hablaría el universo para verificar lo que le decimos? ¿Con quién más hablaríamos nosotros? Incluso en ese caso el alma es capaz de avergonzar al universo con preguntas incómodas que lo exponen como local él mismo. Si la latencia lógica es la combinación de hardware y software que desarrolló este organismo para alimentarse y no morir antes de tiempo, entonces desde el punto de vista lógicamente lógico estamos solos, incluso si hay más civilizaciones con otras lógicas o con la misma. Porque, aunque completáramos el modelo lógico del universo, y aunque con ese modelo pudiéramos ampliar el campo y la complejidad de nuestro vivir, toda esa lógica y ese vivir tan efectivo no nos salvaría de la pregunta humilde que ya el primer humano preguntó cuando miró a otro con angustia: ¿y para qué es todo esto?
¿Dónde está el campo de latencia lógica? La latencia lógica y la causalidad latente, ¿no serán dos formas del mismo algo? Ambas son incomprensibilidades con estabilidad incomprensible pero que afectan a nuestra comprensión desde esa estabilidad. Son la manera misma en la que la esfinge se fractaliza. Si pudiéramos visualizar estas estabilidades serían formas infinitamente complejas que llegan hasta lo infinitamente pequeño y lo inifintamente grande, y podemos verla, como en verdad la vemos, sin poder asignarle nombre a nada de lo que vemos. Quisiéramos ponerle un nombre que la nombrara como nuestros nombres nos nombran a nosotros. Y nos pide con su mirada que la nombremos, sabiendo ella muy bien que solo podemos nombrar lo que tiene alma. O a lo que le vemos un alma por dentro. ¡Alma del mundo! le podemos decir. Y enseguida vemos que solo hemos nombrado una parte de la fractalidad. Siempre nombramos una parte, grande o pequeña. Todo lo que existe y no existe, decimos. Pero ni lo que existe ni lo que no existe se entera de que los estamos llamando. ¿Cómo se podrían enterar? Tendrían que tener alma.
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